¡Hola, buenos días a todo aquél o aquella que esté leyendo éstas líneas de mi humilde blog! ¿Cómo están todos el día de hoy? Yo muy bien y espero que ustedes también.
Para los nuevos que me leen por primera vez, los voy a poner en contexto con mi historia, acá va:
Mi nombre es Aki y tuve un accidente después de nacer que me dejó con una DISCAPACIDAD, sí, así como lo leen, este accidente me dejó una discapacidad como secuela, la cual tendré que convivir con ella durante toda mi vida.
¿Qué loco, no? Tener un accidente ya nada más nacer y que tu vida se vea “condicionada” por ese hecho (si le ves el lado malo).
Después de que me enteré de mi accidente, en el año 2009 se murió alguien a quién quería mucho, sí, adivinaron, mi abuela paterna Antonia R.
Otro golpe duro, durísimo, no sólo para mí, sino para toda la familia involucrada.
Sin dudas, fue algo muy duro y que me trajo otra secuela que me limitó más que la del accidente, sí, un T.A.G.
Ustedes me preguntarán: “Pero, Aki, ¿Qué es un T. A.G.?” Y eso es exactamente lo que le pregunté a la psiquiatra que me atendió y dijo que era un Trastorno de Ansiedad Generalizada, de ahí vienen las siglas T. A. G.
Ese trastorno, horrible por cierto, me discapacitó más que el accidente en sí mismo, no podía ir a ningún lado que no sea seguro para mí, por ejemplo, dentro de un hotel o incluso dentro de mi casa, ¡Era algo horrible, estaba harta!
Luego de hablarlo con Nancy, mi psicóloga actual, me dijo que no era un “trastorno” como tal, sino que no había hecho el duelo adecuadamente, me tomó años hacerlo y el día de hoy, finalmente puedo hablar de ella con felicidad, como era ella, sin derramar lágrimas.
Con esto, quiero decir que, no importa las cosas que pasaste si podés verlas con el lado positivo o, como decía Mewtwo de Pokémon:
“Las circunstancias en las que uno nace no tienen importancia, es lo que uno hace con el don de la vida lo que nos dice quiénes somos”.
Por eso, quiero decir que: Soy feliz a pesar de todo lo que me pasó.
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